Llegó el momento que no queríamos vivir. La partida de nuestro músico admirado. El paso por la puerta del supremo espanto del siciliano que tanto pensó en ese trance. Nuestro admirado Franco (Francesco) Battiato ha dejado este mundo. Y nosotros que tanto lo admirábamos y lo queríamos nos hemos quedado como huérfanos. Llorando desconsolados. No nos avergüenza decirlo, los sentimientos son dignos. Es un llanto que nace del corazón. No encontramos alivio para nuestra pena.
Franco Battiato fue despedido en una ceremonia íntima por expreso deseo de la familia. Con la presencia de un par de sacerdotes católicos pero también de monjes budistas. Battiato fue cremado y depositado en la capilla de su casa. A la entrada de la vivienda algunos curiosos, bastante respetuosos. Y allí un sacerdote habló con los presentes y repartió copias de una oración que, dijo, rezaba Franco todas las mañanas. Se trata de la Oración de Abandono, de Charles de Foucauld, (monje francés asesinado en Argelia y ya beatificado).
En especial, Battiato fue asistido por un monje especialista en el acompañamiento de enfermos. Eso nos consuela un poco. Y sabemos que estuvo rodeado por sus seres queridos hasta el último momento. Tuvo una buena muerte, aunque siempre nos duela.
Al lugar acudió el alcalde de Riposto, el pueblo en el que nació.
Ya empiezan a anunciarse homenajes tanto en Riposto, como en Catania, como en Milo. Estaremos atentos a los acontecimientos.
DESCANSE EN PAZ, FRANCO BATTIATO.
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